lunes, 16 de noviembre de 2015

Con la Intensidad tatuada en el pecho


Intensidad. Francis Olea se ha cansado de repetir esta palabra una y mil veces a los suyos esta semana. Tanto ha insistido el técnico que la dichosa palabra ha acabado tatuada en la piel de un equipo que saltó al Rafael Vázquez Sedano para sacar músculo y enseñar a la afición su nuevo tatuaje, con sus diez letras bien perfiladas y visibles.


Enchufadísimo. Así salió el Plásticos Magonsa Villamuriel al césped. Desde el principio ya se veía un equipo con un espíritu diferente al de jornadas pasadas. Ordenado atrás, pegajoso en el centro del campo y certero arriba, tanto que el primer gol llegó en el minuto 6. Aitor cogió la espalda de la defensa y en cuestión de cuatro zancadas se encontró con el portero del Almazán, Andreas, que salió de su zona de confort para tratar de acabar con el peligro. Aitor tenía dos opciones: disparar desde fuera del área o intentar un regate al guardameta. El delantero apostó por la opción más complicada. Demostró que la sangre que corre por sus venas es tan fría como los inviernos del Cerrato, regateó con clase a Andreas y marcó el primero de los dos goles que regaló ayer a una afición entregada. 6 minutos, y el partido de cara. Las cosas pintaban bien para los de verde.

El partido entró en una fase complicada. El Almazán se encontró a la primera de cambio con un marcador adverso y quiso demostrarse a sí mismo que podía remendar el siete que había hecho el Villamuriel en su orgullo, pero los del Cerrato estrenaban ayer tatuaje y la tinta de la pistola de Olea no se borra de buenas a primeras. Los sorianos intentaron sorprender al Villamuriel, pero Alberto estuvo muy atento y desbarató todas las opciones sorianas de cambiar el devenir del partido en la primera mitad.
El choque corría el riesgo de convertirse en un correcalles, pero nuevamente fue Aitor el que se encargó de que fuese la calle verde la que llegase antes a la línea de gol. Ni el mismísimo Culebras –ex jugador del Numancia en Primera División– fue capaz de cubrir al escurridizo Aitor, que logró desmarcarse y marcar el 2-0 tras rematar un buen centro de Javichi. Minuto 40 y 2-0. La afición del Rafael Vázquez Sedano estaba disfrutando al fin con su equipo y, precisamente un día como el de ayer, el aficionado del Villamuriel Adrián Ramírez decidió llevar su bombo al campo. Adrián puso ritmo de galeras y los de verde comenzaron a remar en busca del segundo triunfo en casa de la temporada.

El Almazán, como era de esperar, tomó la posesión del partido, pero el Villamuriel se mostró como un equipo sólido en defensa. La zaga no se resintió con la ausencia de Jesús por lesión y la entrada de Chema fue un cambio natural que no cambió en absoluto el guion propuesto por el técnico.
Parecía que el partido iba a ser tranquilo y cómodo para el recién tatuado Villamuriel. Pero el dolor siempre va ligado a cualquier ‘tattoo’ y la aguja empezó a escocer en el minuto 73, cuando Culebras marcó de cabeza el 2-1. Tocaba sufrir. «Si no sufrimos en La Aguilera no nos quedamos a gusto», gritaba un aficionado un tanto desactualizado, y es que el campo del Villamuriel dejó de llamarse así desde 14 de agosto del año pasado, cuando las instalaciones cerrateñas pasaron a denominarse Rafael Vázquez Sedano. Pero lo que menos importaba ayer era el nombre del campo. Lo único que interesaba era sumar tres puntos en casa y, con la base del trabajo, todo hacía indicar que así sería.
La alegría que se veía en la afición en la primera mitad se tornó en incertidumbre, más aún cuando Héctor vio la segunda amarilla en el minuto 89. El partido exigía oficio para sacarlo adelante y, curiosamente, un fallo garrafal del jugador que más oficio tiene de los 22 que había sobre el campo fue crucial. Culebras y Jorge tuvieron más que palabras en el área del Villamuriel cuando ya pasaban dos minutos del tiempo reglamentario y el ex jugador de Primera agredió al mediocampista local. El juez de línea vio la agresión, se lo comunicó al árbitro y el episodio acabó con Culebras en el vestuario antes de tiempo y con el Almazán más pendiente de las quejas que de la remontada.

El partido se prolongó hasta el minuto 95 y el colegiado pitó de una vez por todas el final para que el Villamuriel obtuviera tres puntos como premio al sacrificio. La plantilla tiene grabada la intensidad en verde en el pecho. Olea espera que el ‘tattoo’ no sea de ‘henna’ y que perdure durante toda la temporada.

No hay comentarios :

Publicar un comentario